lunes, 23 de julio de 2012

¿ Hacia dónde va la educación en Nicaragua?

Hace días estuve viendo en un canal mexicano un documental sobre el estado de la educación en ese país. Era una relación descarnada del deplorable estado en que, según este documental, se encuentra la educación el país azteca, muy por debajo de los países con los niveles más altos de educación en el mundo. Y yo digo, qué triste es saber que la educación en Nicaragua está todavía por debajo de la mexicana en todas las áreas. Sin querer entrar en detalles estadísticos, es bien sabido que el estado nicaragüense dedica un porcentaje por mucho insuficiente al rubro de la educación, sin dejar de mencionar la deficiente distribución de los escasos recursos entre los subsistemas de la primaria, secundaria y universidad. Como es harto sabido, las universidades en Nicaragua tienen asignada una suculenta tajada del presupuesto nacional ordinario y extraordinario sin rendir resultados positivos evidentes, mientras que los otros subsistemas cual cenicientas languidecen con una partida ínfima. A esta deficiencia, hay que agregarle la necesidad de re conceptualizar el modelo educativo que la Nicaragua de hoy necesita en realidad. Ya que el existente desde hace rato dejo de responder a la realidad de la Nicaragua del tercer milenio. Con seguridad, tomaría años encarrilar a Nicaragua en la senda de la tendencias mundiales en educación, y pensar que aún no se ha empezado a hacer nada realmente significativo. Para empezar a hacer la diferencia, hace falta re entrenar a los profesores a todos los niveles para que recuperen esa mística erosionada por un lánguido salario, paupérrimas condiciones de trabajo y desactualización con las técnicas modernas de enseñanza. Deben ser capacitados de nueva cuenta para asumir un renovado compromiso con la educación a efectos de responder a los retos que los tiempos actuales nos imponen. Claro que eso deberá pasar por una sinceración de sus salarios, el empoderamiento con los recursos didácticos, actualización profesional y materiales necesario para poder generar ese salto cualitativo tan anhelado y tan necesario. Indudablemente, tales transformaciones tendrían un efecto positivo en los alumnos, quienes por mucha gana que le pongan, en un alto porcentaje terminan frustrándose al ver que la educación recibida no los hace verdaderamente competitivo en un mundo globalizado y altamente cambiante como el actual. Los estudiantes, hace rato parecen zombis en la aulas de clase, parece que estudian por inercia carentes de esa motivación intrínseca y extrínseca tan necesaria para tomar los estudios en serios. Es difícil animarse a estudiar de verdad, con el estómago rugiendo por el hambre, sentados en adoquines sino en el suelo y con profesores pobremente entrenados para ofrecer una educación en niveles mínimamente aceptables. Por si fuera poco, abundan esos mercaderes de la educación, que sin el menor atisbo de vergüenza ofrecen de manera privada dizque educación de calidad fácil y rápida. “Si no pasaste tu examen de admisión, visítanos y consulta nuestro programa de becas” reza la publicidad de estos centro educativos de garaje que solo buscan hacer dinero a partir de la ilusión de la juventud por surgir y progresar en un ambiente cada vez más hostil. Me parece una manera cruel e inescrupulosa de jugar con los sueños de los jóvenes y engañarlos impúdicamente, ofreciendo primero carreras que no responden a las necesidades reales del mercado laboral del país y segundo careciendo de la condiciones materiales y académicas mínimas para ofrecer una educación decente. Y esto ocurre a todos los niveles, entiéndase colegios privados de primarias y secundaria, algunos pomposamente auto llamados “bilingües” sin entender siquiera lo que ese concepto significa. No les debe importar mucho si saben que el público se dejará llevar por esa palabrita que resulta ser un gran gancho publicitario. De las universidades, ni hablar. Hay como cuarenta en el país, la mayoría carentes de condiciones adecuadas para ofrecer una educación competitiva, pero muy buenas para sacarle una pila de dinero a los incautos. Así estamos y parece que así seguiremos porque no se le ven las casitas al pueblo, como decía mi abuelita. Mientras el estado y los sectores involucrados no tengan la voluntad política de hacer un esfuerzo serio, mancomunado, sostenido y sostenible, vamos a seguir cayendo aún más a los sitiales postreros de la educación en el mundo, según los parámetros de medición internacionales.

Divorcio: ¿La luz al final del túnel?

Es un hecho que lo seres humanos somos complejos tal vez irónicamente porque somos lo únicos animales con la capacidad de hablar y dizque de discernir. Desde que nacemos pasamos por todas las etapas de la vida entre las cuales se cuenta, por supuesto, la de reproducirse pasando en general por el enamoramiento, el deseo de compartir la vida con el ser amado hasta, en no pocas ocasiones, llegar al matrimonio con la ciega convicción de que queremos fundar una familia y compartir la vida con nuestra gemela. Nos casamos en general enamorados e idealizando a la pareja, víctimas de una explosión química en nuestro cerebro que nos obnubila el entendimiento y quizás el primer error que se comete es pensar que ese estado de embelesamiento se mantendrá a lo largo de la vida. En esta etapa parece no existir la capacidad de prever lo que realmente será la vida una vez que pase esa pasión. No nos damos cuenta de toda la responsabilidad que conlleva la fundación de una familia sellada con el compromiso del matrimonio y zas! Cuando la vida nos da en la cara con una dosis de realidad y sobreviene la pesadumbre del día a día, los problemas familiares, de salud, económicos y principalmente de co- existencia pacífica, se empieza a resquebrajar la ilusión cual un castillo de naipes. Sintomáticamente, hay mucha intolerancia de ambas partes. Esa obstinación de querer que la otra persona haga lo que yo digo y que se comporte de acuerdo con mis parámetros, que le guste lo que a mí me gusta y que no le guste lo que a mí no me gusta, y así un extenso etcétera. Al tiempo, la situación se hace insostenible, en no pocos casos, aparece la violencia en todas sus expresiones y el divorcio parece ser la solución a una relación ya para entonces insostenible y quizás irrescatable. Hay quienes dicen jocosamente que la primera causa del divorcio es el matrimonio. Pero yo digo que divorciarse es como cortarse la cabeza para librarse de un dolor de cabeza. Quienes no concuerdan conmigo no se hacen esperar y me afirman tajantemente que si en una relación ya no hay amor hay que corta el asunto de tajo y divorciarse sin más miramientos. Y yo digo, cómo se puede cortar el “asunto” de tajo cuando hay una historia compartida que supuestamente nació sustentada por el amor y aún más difícil si hay hijos de por medio. El amor es o no es. Si “ya no hay amor” es que nunca lo hubo de verdad. Acaso dejamos de amar a nuestro hijos, padres o hermanos por muchos problemas que tengamos con ellos como de “deja de amar” a la pareja? Aquéllos que preconizan el divorcio como la solución a una vida matrimonial deteriorada me recuerdan a los que defienden el aborto como la solución práctica al “obstáculo” que significa un embarazo no deseado. Pretenden ver el divorcio con la misma simplicidad que uno va al dentista a hacerse extraer una muela picada. Yo pienso que el divorcio sería en la mayoría de casos algo prevenible o evitable si tanto hombres y mujeres entendiéramos nuestra naturaleza diferente. Si hombres y mujeres tuviéramos consciencia de que funcionamos de manera diferente y tratáramos de comprender y respetar esa diferencias, entonces sería más fácil compartir la vida y honrar el compromiso adquirido voluntariamente a través del matrimonio y no se tendría que llegar al divorcio porque se dice que el divorcio es inevitable cuando el amor ya no existe en la relación, pero cabe preguntarse qué llevo el matrimonio a esa situación. Deberían las parejas que aspiran a casarse pasar, además de por una estricta revisión médica, por una rigurosa serie de charlas que expliquen de manera concreta las diferencias entre hombres y mujeres, que les hagan ver lo que implican la vida matrimonial en la vida real, el día a día, los problemas económicos, de salud, laborales, y la educación de los hijos, las formas de pensar y de conducta de hombres y mujeres basadas en su naturaleza propia y todo lo que ocurre en la vida de casados una vez que toda la pompa de la boda y la luna de miel ha pasado a ser parte de la historia. Todo esto se discute en la charlas pre matrimoniales (en el matrimonio religioso), pero no se profundiza. Es decir, no se le habla a la gente sin pelos en la lengua para que entiendan a lo que se están metiendo y que la piensen bien si no están seguros de asumir tan grande responsabilidad. En los matrimonios civiles, que son muchísimos, se casan como se casarían en Las Vegas, sin mayor tramite que los documentos de identidad y contratando a un notario; a veces van al juzgado y le piden a cualquier persona disponible en el lugar que les sirva de testigo y a disfrutar la luna de miel! Cuando la tormenta hormonal amaina, empiezan los problemas. En resumen, debemos los hombres y mujeres educarnos, aprender a conocer nuestra naturaleza diferente de la del sexo opuesto para aprender a convivir positivamente desde la diversidad y desde el inicio de las relaciones de noviazgo y marital. Estoy seguro de que se evitarían mucho malos entendidos y pleitos que son al final los que socaban el matrimonio. De esa manera, el matrimonio no pasaría por ese proceso de desintegración que destruye tanta familia y afecta de manera dramáticamente negativa a los niños procreados durante el mismo. Creo que esta iniciativa contribuiría a reducir el número de divorcios que en muchísimos casos es un escape de una situación provocada por nuestro propio accionar y por nuestra falta de preparación para prevenirla.